OLIVO (Olea europaea)
Considerada antiguamente como el "árbol de la paz". Parece ser un árbol oriundo de Palestina. Fue conocido en Egipto en el Siglo XVII a. C. e introducido en España en época muy remota.
Dejando a un lado el aceite, que posee grandes propiedades alimenticias y terapéuticas, vamos a centrarnos en sus hojas.
Los constituyentes más importantes son: pigmentos flavónicos, flavonas (luteolina) y una chalcona (la olivina), colina, derivados triterpénicos abundantes (sobre todo el ácido oleanólico), un heterósido amargo (la oleuropeina u oleuropeósido). Está acompañado de otros heterósidos, en particular de un cromogeno (el verbascósido u orobancósido).
También posee alcaloides de la quinquina (cinchonina, cinchonidina, etc.) materias minerales (calcio, fósforo, magnesio, sílice, azufre, potasio, sodio, hierro, cloro), taninos, manitol, ácidos orgánicos (málico, tártrico, glicólico, láctico, etc.).
Entre sus componentes destaca un glucosido iridoide (oleuropeósido) que actúa sobre la musculatura lisa de los vasos produciendo vaso dilatación coronaria y periférica, antiarrítmico y antiespasmódico. Por todo ello tiene una reconocida acción hipotensora.
Entre otras acciones se le reconoce ser hipoglucemiante, antiséptico y antibiótico (aleuropeósido), antipirético, simpaticolítico.
Por su contenido en gliceridos oleicos posee acción colagoga y diurética.
Indicado en caso de hipertensión arterial, arteriosclerosis, insuficiencia coronaria, diabetes, elevación del ácido úrico.